Caos


Caminas por la vida sin saber cual es su fin. Actúas, te mueves, piensas lo que has de hacer en cada momento, buscas las posibles soluciones a las opciones que se van produciendo de forma cotidiana y cómo has de responder ante cada una de ellas y decides en quién  o quienes has de confiar para la resolución de determinados asuntos. Visto desde la distancia, la vida es como la formación de la cristalización del agua, una serie de circunstancias únicas  se van produciendo caóticamente, extendiéndose como los cristales de la escarcha en todas direcciones sin una ley aparente y de acuerdo con nuestras posibles decisiones en cada momento. Todos los estímulos y las decisiones están en nosotros, todas son probables y reflejadas en nuestra vida, pero sólo tomamos unas y esa son las que van formando nuestro camino. ¿Por qué tomamos esas y no otras? ¿Cuáles son los motivos, razonamientos y estímulos internos que nos hacen elegir? ¿Por qué cada vez esas decisiones han de ser tomadas con una mayor celeridad, sin siquiera  poder llegar a valorar sus consecuencias en un medio plazo?
Con el paso del tiempo, no hay tanta prisa en resolver, se medita mucho más,  aumentan las dudas, los miedos, porque se tiene pavor a lo desconocido, a perder lo conseguido y a no  poder acabar el resto de la vida con  lo poseído, es decir miedo del futuro
Más tarde,  en un nuevo “paso del tiempo”, el individuo intensifica las preguntas sobre el cómo,  el por qué y para qué. Aumenta el materialismo, el conservadurismo, hay una mayor indiferencia por los problemas cotidianos. Se busca la paz interior, evitar  en lo posible los problemas sin conseguirlo como consecuencia de nuestra impotencia frente a las fuerzas que nos manejan. Hay una aparente visión de la vida mucho más tranquila, más resignada, Se llega a la comprensión o a la ilusión de que la interacción con el medio es indiferente al resultado final, la inutilidad de la lucha por perseguir determinados sueños. Se admite el destino o el camino de la vida como un poder de algo muy superior a la propia voluntad, y,  sólo hay que estar lo suficientemente atento para intuir  el camino y seguirlo tranquilamente dejándose sorprender por los acontecimientos, por el juego de la vida, que  siempre van superando la capacidad de comprensión e imaginación de la propia existencia del individuo a pesar de que tal actitud, puede llegar a producir efectos contrarios  a los deseados, claro que esta reacción sólo se puede saber a posteriori lo que nos lleva a refugiarnos en la casuística como escusa ante nosotros mismos ¿Y si …?  Como forma de revelarse ante lo inevitable
 Hay quien se revela, niega que tal cosa pueda suceder o lo considera como una rendición.¿Ante quien? ¿Ante el sistema? ¿Ante uno mismo? ¿No es una forma de engañarse, creer que en la lucha contra la vida está el no envejecer? ¿El mantenerse joven?  Es posible que esta negación sólo sea miedo de llegar a comprender  el despilfarro ó la inutilidad de una vida.¿Porque el hecho de pasar  tiempo leyendo, o contemplando la belleza de una flor, o analizando un poema, o pintando un cuadro, o simplemente intentando comprender a los demás, se considera una perdida de tiempo?  ¿Por qu é, en general, el conocimiento no es un valor en uso?¿Por qué hay que consumir la vida rápidamente en lugar de gozarla y saborearla como algo maravilloso, complejo e irrepetible? ¿Por qué el individuo ha de llevar en sí mismo la autodestrucción a través de sus complejos, ignorancia, relaciones, sexo y deseos y supersticiones y orgullo y sabiduría y demás componendas?
Todos tenemos que hacer lo que hacemos porque estamos regidos por la ley del caos y el caos no creo que sea una anarquía del sistema, sino que tiene sus leyes establecidas en una escala que sobrepasa el sistema espacio-tiempo en el cual estamos encuadrados, es incomprensible, pero ahí está, no podemos ficharlo, catalogarlo, disecarlo, hacerlo entrar en nuestra lógica y entonces, lo ignoramos, despreciamos, lo cerramos dentro de una palabra  “caos” y ahí se queda .Espero que alguna vez alguien llegue a hacernos comprender lo que realmente es la vida

Rafael Serrano Ruiz

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